«Aún tenemos cuentas que saldar…»
La lluvia golpea la ventana. Estoy descalza esperándote, sentada en la silla de madera de mi abuela. La lluvia parece quedarse de invitada a la función que vamos a protagonizar. Si te animas. Si me animo.
Te espero. Con el lápiz en la mano, ese que deje de usar cuando escribía en el cuaderno nuevo. De tapas azules. Lo compre en la librería cerca de tu casa, donde me besaste por primera vez.
¿Te acordás como temblaba tu boca? Seguro que no. Yo si. Tus ojos me miraban con miedo. Temías que te comiera.
Ahora te espero en casa. Al lado de la ventana. La lluvia es mas intensa. Mi boca será así, como ella. Mi pelo con sus bucles se te negaran, pero mis manos dirán lo contrario.
Me dirás palabras al oído que amortiguaran mis sentidos. El corazón latera más fuerte. Mi piel será como un erizo. De punta. Mi boca estará seca esperando a tu beso cruel. Te basas en eso conmigo. En la crueldad de saber que no serás mío, ni ahora ni nunca. Tus dueños son tantas mujeres como los zapatos que hay en tu placard.
Galán. Eso sos. Un galán que enamora y tira. O deja. Busca mentiras entre las hojas de su escritorio. Pero eso no nos afecta.
La lluvia golpea la ventana. Descalza y sentada en la silla de madera de mi abuela te espero. Tengo un vestido que no conoces pero te gustara, las perlas caen en mi pecho y mi pelo esta suelto.
La puerta regala sonidos que conozco muy bien. Se abre y ahí estas, sin flores en la mano pero no me afecta, nunca te pedí nada. Eso si, hoy abrázame, porque hace mucho que espero ese abrazo.
No faltaste a la cita. Sabes como cuidar a tus mujeres. No podes perder a una, no seria lo mismo.
Allí estas.
Viniste.
Ahora te digo algo.
Cuídate mucho, porque la que toma revanchas…soy yo.